viernes, 7 de noviembre de 2008

Graffitis colegiales

Eran como la una de la tarde, tal vez una y media. La avenida estaba repleta de chibolos, y chibolas por supuesto. Hora de la salida. Un tráfico, espeluznante, porque encima, resulta que como se les da la gana de caminar por la pista, hay que manejar despacito, porque después el que tiene la culpa...¡es uno!

Parezco vieja. Tal vez ya lo sea.

Me bajé del micro con cuidado, porque la verdad...ni bien pones el borde de la punta de la sandalia en la calle, ya estan avanzando de nuevo. Así que me hago la lentita y bajo con toda la pachocha del mundo. Alguna vez ya me pasó que por bajar rapido, me saqué la mugre. ¡Así que no más!


Al frente mío, había una casa de un color blanco impecable, y tres loquitas del colegio de mas allá, escribiendo con plumón en la pared. Simplemente las miré y pensé que era una locura y obvio, que pésima educación, jajajaja...Claro, hay que ver, que ya estoy por los treinta. Hay ciertas cosas que ya empiezan a causarme indignación...

Una de ellas se volteó justo cuando las estaba mirando, y les pasó la voz a sus amigas. Se quedaron petrificadas. Cual habría sido mi cara, que se empezaron a disculpar. Les dije ¿Cómo se les ocurre ir escibiendo por las paredes?. Me empezaron a entremezclar sus disculpas y sus historias y que bueno...:


"No se preocupe, señora, lo vamos a arreglar."

Señora.

Me agarro una vergüenza... la verdad yo muy rara vez, me atrevo a producir palabra (soy irremediablemente tímida), además en algún momento u otro, los dueños las iban a encontrar con la travesura; y por último... ¡SEÑORA! Tuve, un momento de risa interior, luego otro de arrepentimiento por metiche y un último de comprensión de cuan vieja me estoy viendo mientras camino por la calle.

Caminando ya hacia mi casa, no pude más de la risa. Es que francamente, los años, no pasan en vano. Tal vez en otra oportunidad, me sienta con el derecho de empezar a reclamar por la calle, con mi bastón, lo mal educados que son los jóvenes.

Todavía tengo tiempo de seguir perfeccionando mi mirada de vieja loca, reclamona y quejumbrosa. Supongo que para ese entonces, no me va a resultar tan chistoso.