lunes, 3 de agosto de 2009

Cloverfield...

(o aventuras manejando...)

Hace tiempo no actualizo mi pobre blogcito, lo tengo negado. Es que digamos que me estoy centrando en buscar trabajo y eso, literalmente, me consume el día. Aunque hoy no. Hoy me he dedicado a ser mitad ama de casa, mitad soltera desocupada. En fin, al grano.

La semana pasada nos fuimos a Glasgow de paseo. En nuestro carro viejo. Bip bip bip. Que la verdad no es tan viejo, pero le falta una limpiadita. Aca no hay nadie en la cuadra que lave los carros del barrio, así que toca ir a la estación de gasolina a que pasee debajo de la máquina esa. Vaya, siempre divagando. Volviendo al tema del carro...

He tenido que forzarme a no tener mi mano en el claxon cual combista. Teniendo a mi esposo al lado mirándome con cara de profesor amargado, es un poco difícil caer en la tentación. Porque a pesar de que acá se respetan muchísimo las leyes de tránsito, los británicos pueden llegar a ser unos santos. Pero estando acostumbrada a la ley de la selva en nuestro país, nada me sorprende en éste.

Tuve que sentarme al volante a la fuerza. Ya que mudándonos de ciudad ni bien casados, mi esposo manejo la super van con nuestros muebles y yo el carro con nuestras prendas. Seguir la onda de la carretera me pareció bastante fácil. No es nada complicado: No te pases de las 70mph y simplemente usa las direccionales cuando vas a cambiar de carril. Simplecito. Claro, en plena ciudad, el chiste cambia.


Por los caminos de Gran Bretaña


Se me hizo difícil porque en Europa son fanáticos de los ovalos, ovalotes y ovalitos. Los hay de cuando en vez, para organizar mejor el tráfico y ahorrarse los semáforos. Que la verdad, son muy buenos, no lo niego. Pero un dolor de cabeza para esta peruanita que lamentablemente tiene espíritu de chofer de combi. No por nada, el apodo que me dió mi hermana en mis momentos de chofera es Cloverfield. No es raro verme con un brazo apoyado en la ventana del carro y el otro en el timón/claxon, siempre lista a vociferar hacia mis compañeros combistas o simplemente cualquiera que se interponga en mi camino. Mi mirada es de fuego pero no soy lisurienta, OJO.

Acá, si un transeúnte se te cruza en frente, no aceleras para que el corra (por su vida) hacia la vereda y tu puedas seguir tu camino. No. Acá, paras el carro para que lentamente, esta persona prosiga SU camino. Lo cual es bastante respetable y creo yo, una medida que se debería adoptar en mi país.

Acá, si un carro se te cruza en frente, puedes tocar el claxon. Acá tocar el claxon es como mentarle la madre al conductor vecino. Así de simple. Entonces, esos impulsos de tocar el claxon a diestra y siniestra como para avisarle al mundo "¡Acá estoy, no me choquen por favor!", no existen. Ah claro, en vez de bajar la ventana y mentarle la madre de verdad a alguien que te haga pasar un susto automovilístico, no sería nada común. Acá simplemente menean la cabeza en ademán negativo y prosiguen su camino.

O tocas el claxon. Así le mentas a toda la familia. Ahorras inventarte expletivos para insultarlo, bajar la ventana del carro, y molestarte por el resto de tu paseo. Me estoy acostumbrando. Me cuesta, pero lo estoy logrando. No quiero, sin embargo, perder mi "picardía limeña", no vaya a ser que visitando Lima, tenga que manejar, y las combis me coman viva.