miércoles, 16 de mayo de 2012

Si la vaca da leche, es porque tiene leche.

Gracias Sherlock.

Estoy en el tren camino a Leeds. Estuve en Edimburgo tramitando mi visa para irnos de viajecito a Barcelona. Hay toda una sarta de personajes en este tren, tenía que contar.

El burro por delante. Yo. Empezando porque cuesta un ojo de la cara. El tren de ida fue fácil. Cambio en York para ir a Edimburgo. Me quede dormida en algún momento. Me desperté despavorida a la altura de Newcastle pensando que me había perdido el cambio - ojo, ya lo había hecho - y que ya me estaba yendo a otro sitio. El pavor continuó al ir revisando de manera obsesiva todos mis documentos pensando que algo me faltaba. Cada...10 minutos, digamos.

Después de mis trámites, y otros menesteres - shopping - de vuelta a la estación para buscar un tren de vuelta. Me conseguí este que cruza la isla entera pero hace escala en mi pueblo. Sin pensarlo me trepé. De suerte conseguí sitio en el tren porque todos ya estaban reservados. Una jarana tomar/comprar pasaje de tren el mismo día para viajar 4 horas.

Mi compañera de asiento. Señora obviamente jubilada, disfrutando de sus días visitando amigos y viajando. Medio quejosita. La terramoza le vendió un té, que horror de horrores, estaba tibio. "Ay, que asco. No se puede tomar". Las señoras del otro lado de mi fila, más finas, no hicieron berrinche y dijeron que no importaba, que tibiecito mejor. La terramostra, pobre, fue a correr a conseguir agua volcánica para ma voisine. Customer service, darling.

Mas adelante, hay una pareja que le empezó a meter letra a otra, detrás de ellos. El punto de partida fue "no tengo sitio para poner mi maletín de mano". Que luego resultó tener desde un termo con café y tazas, hasta bocaditos de todos los colores y sabores para el viaje. La lora entre estas dos parejas iba super bien hasta que la señora empezó a mencionar al hermano que era marihuanero y la madre que era abusiva. El silencio de la pareja # 2 no la detuvo, proclamando a voz en cuello su historia. Mi vecina ya me hacia ojitos para después dirme entre dientes, muy al estilo del rey español, "Por qué no se calla??". Muy educados los señores 2 prosiguieron a escucharla y siendo menos efusivos y dejando de mostrar interés a ver si por fin se daban la vuelta los otros. Ah, y se llama Tina. Hasta su nombre me lo aprendí. Me despido de ella al bajar del tren? Hasta me enteré que se mete a bañar al mar desnuda en primavera. Ajem.

Mas adelante, hay un perro dálmata durmiendo a pierna suelta en el
Medio del pasillo. Al menos una alegría en el tren. Sonrisas al andar. Hasta que el tren se detuvo para decirnos que había una vaca en el medio de las vías y que habría que esperar un poquillo para proseguir. Esto fue lo que propició la frase de mi amiga Tina, que ahora adorna el titulo de esta entrada, porque claro, esa no me sabía.

Por ahí acabo de ver pasar a una arañita, muy campante por los asientos del tren. Le digo a mi vecina? Será de las que se asusta rápido? Mejor evitar la situación. Ahorita se está limando las uñas y limpiando las cutículas, no la quiero distraer. Además muy lanza a conversar con extraños soy. Maldita sea la hora en la que me olvidé mis audífonos.

Quiero llegar ya! Empujarme mi almuerzo y dejarla a Tina con su par de chelas y su esposo comprensivo. Que no hace más que mostrarle las fotos a otro señor que le siguió la lora.

Para cada roto, un descosido.