Cuando era chica, como ya comenté anteriormente, veía mucha tele. Pero los fines de semana, como que a la vagancia hay que darle ocupación, el zapping se volvía todo un arte, recorriendo siete canales (porque nuestra tele, no se por qué, no captaba UHF) buscando algo para pasar el rato.
Me acuerdo de los Detectilocos, Ricky Tosso, Carlos Alvarez. El fin de semana era tan simple como ver Risas y Salsa. A muchos les horrorizará, pero a mi me daba risa (no en los últimos años, claro está) y me divertía. Los personajes eran divertidos (ya ni me acordaba que habían vedettes), y en esos últimos años ya se empezaron a poner bastante malcriados, pero mal que bien, eran una representación de los estereotipos peruanos, o al menos limeños que tenemos hasta el día de hoy. Confieso haber sido fan de La Banda del Choclito, La guardia Serafina y El Jefecito.
De ahí el boom de los cómicos ambulantes, con ese humor cínico de la realidad nacional. Alguna vez me topé con ellos en el Parque Universitario. Hay que ver la cantidad de gente que se reía. Obviamente yo también. El humor de la necesidad. Burdo, un poco vulgar, sin pelos en la lengua y con sus ajos y cebollas. Actuaciones en medio de la calle para recibir una luca, una china, el sustento del día. Después les hicieron un programa de TV y les mataron el encanto. El chiste de ser ambulante es que no se tiene un escenario. El concepto se fue al agua.
No quisiera comparar, pero es inevitable. Acá hay muchos programas de humor. Humor tranquilo, fino, burdo, vulgar, como en cualquier otro sitio. Pero Little Britain es un programa similar, con sketchs y personajes establecidos que hacen burla de cualquier estereotipo habido en esta isla. Para ser honesta, yo me mato de la risa. Especialmente porque me hacen acordar lo burdo que podemos llegar a ser, y lo fácil que es reirse de lo demás. Claro, sin llegar a ser malcriados ni llegar a las lisuras, obviamente.
Además, hay que tomarlo como una especie de intercambio cultural. Una vez que entiendes el humor de otro país, como que te sientes un poquito más cerca de entender a la sociedad, ¿no creen? Sigo en etapa de aprendizaje, que conste. Soy una esponja. Claro, hay que ver que en general, yo me río de cualquier cosa, eh. Soy fácil en ese sentido.
Acá no creo encontrar un cómico ambulante, no hay esa cultura callejera, del recurseo. Diversión al paso, en el micro, en la calle. Con o sin propina, compartiendo ese humor peruanísimo, digno de nuestra diversidad cultural. Pero lo cachosienta se te queda. Espero que traspase la barrera del idioma. Si hago reír a mi esposo con un chiste peruanito, pues ese será un punto más para el humor nacional.
P.D. Al que quiera averiguar mas sobre humores latinoamericanos, busquen al colombiano Andrés López. Me pasaron su stand-up que se llama La Pelota de Letras, que es un clásico. Además es para que se den cuenta lo similares que somos en sudamérica.
Me acuerdo de los Detectilocos, Ricky Tosso, Carlos Alvarez. El fin de semana era tan simple como ver Risas y Salsa. A muchos les horrorizará, pero a mi me daba risa (no en los últimos años, claro está) y me divertía. Los personajes eran divertidos (ya ni me acordaba que habían vedettes), y en esos últimos años ya se empezaron a poner bastante malcriados, pero mal que bien, eran una representación de los estereotipos peruanos, o al menos limeños que tenemos hasta el día de hoy. Confieso haber sido fan de La Banda del Choclito, La guardia Serafina y El Jefecito.
De ahí el boom de los cómicos ambulantes, con ese humor cínico de la realidad nacional. Alguna vez me topé con ellos en el Parque Universitario. Hay que ver la cantidad de gente que se reía. Obviamente yo también. El humor de la necesidad. Burdo, un poco vulgar, sin pelos en la lengua y con sus ajos y cebollas. Actuaciones en medio de la calle para recibir una luca, una china, el sustento del día. Después les hicieron un programa de TV y les mataron el encanto. El chiste de ser ambulante es que no se tiene un escenario. El concepto se fue al agua.
No quisiera comparar, pero es inevitable. Acá hay muchos programas de humor. Humor tranquilo, fino, burdo, vulgar, como en cualquier otro sitio. Pero Little Britain es un programa similar, con sketchs y personajes establecidos que hacen burla de cualquier estereotipo habido en esta isla. Para ser honesta, yo me mato de la risa. Especialmente porque me hacen acordar lo burdo que podemos llegar a ser, y lo fácil que es reirse de lo demás. Claro, sin llegar a ser malcriados ni llegar a las lisuras, obviamente.
Además, hay que tomarlo como una especie de intercambio cultural. Una vez que entiendes el humor de otro país, como que te sientes un poquito más cerca de entender a la sociedad, ¿no creen? Sigo en etapa de aprendizaje, que conste. Soy una esponja. Claro, hay que ver que en general, yo me río de cualquier cosa, eh. Soy fácil en ese sentido.
Acá no creo encontrar un cómico ambulante, no hay esa cultura callejera, del recurseo. Diversión al paso, en el micro, en la calle. Con o sin propina, compartiendo ese humor peruanísimo, digno de nuestra diversidad cultural. Pero lo cachosienta se te queda. Espero que traspase la barrera del idioma. Si hago reír a mi esposo con un chiste peruanito, pues ese será un punto más para el humor nacional.
P.D. Al que quiera averiguar mas sobre humores latinoamericanos, busquen al colombiano Andrés López. Me pasaron su stand-up que se llama La Pelota de Letras, que es un clásico. Además es para que se den cuenta lo similares que somos en sudamérica.
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