Si, ya es enero. 2011. Feliz año, lalala. Lamentablemente he negado el blog por motivos SUPER duper importantes. Así que pretendo resumir un poco lo que ha pasado en este último mes y medio de silencio.
Bueno, a finales de noviembre el cielo se cayó y aterrizo en el Reino Unido. En forma de nieve. De hielo y demás cosas. Ba-ba-búm. Cada vez que nieva acá, es como…como una tragedia griega. Increíble. Los Finlandeses deben estar orinándose de la risa de la poca preparación que puede llegar a tener a veces este país. En fin, todo paralizado – como el año pasado. Escuelas cerradas – como el año pasado. Autopistas intransitables por el hielo – como el año pasado. Pero esta vez, en vez de agarrarnos en Southampton, nos agarró en Glasgow, mientras visitábamos. Lo cual lo hizo más divertido.
Estábamos celebrando el cumple de un amigo en un restaurante asiático que es en realidad ordenar en chino - toda una experiencia, fascinantemente complicado pero la comida era pura delicia. De ahí nos fuimos al pub caserito de nosotros. The Doublet. Después de unos tragos y ya cuando tocaban la campana para los últimos pedidos, nos dimos cuenta que había empezado a nevar.
(Como yo me sigo sintiendo recién bajada yo ya quería fugar para ir a juguetear en la nieve)
Al final tocaba irnos y la nieve era simplemente BRUTAL, había un viento y los copos de nieve eran enormes. PURA DIVERSIÓN. Así que empezamos con las bolas de nieve. Pero en realidad, la nieve moja harto. Mi opción de calzado simplemente no fue la adecuada.
Después de una mini-guerrita de nieve…
Un amigo tratando de lanzarme una bola de nieve |
…nos fuimos a otro pub donde la seguimos hasta que nos botaron. De ahí tocaba regresarse lateando en la, felizmente aún no derretida, nieve. Como estaba fresquita seguimos con la guerra de nieve.
Guerreando por la Universidad de Glasgow |
Así que a pesar de hacer un frío atroz y que seguro al día siguiente iba a ser super difícil limpiar el carro, nos divertimos. Pasamos un super cumpleaños e hice mi primer “angel de nieve”. Felizmente mi abrigo soportó la nieve y mi sombrero tambíen. Suerte que no me mojé mucho los pies. Lección aprendida.
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