lunes, 12 de enero de 2009

Amigas online

La primera vez que instalaron el modem en casa, sentí que nacía una nueva era en mí. No el simple hueveo, pero el "webeo". Seriamente, quién se imaginaría que después de haber hecho las tareas del colegio escuchando mi super radio, que gané en una rifa, con todos mis libros abiertos y enciclopedias; iba a mutar en sentarme con la computadora en frente, leyendo como loca y aprendiendo a surfear la web.

Desde chica, siempre me gustó la idea de tener amigos por correspondencia. Me acuerdo mucho de una sección que tenía El Comercio, para hacer amigos por carta. Tenía trece años. Hice un amigo, a unos cuantos distritos de distancia, y si bien intercambiamos un par de cartas, no pasó a ser más interesante porque, obviamente, tenía otras ocupaciones.

Cuando terminé mi curso de inglés, empezé a tener "pen-pals" a través de revistas, donde intercambiamos posters de nuestros artistas favoritos y comentábamos lo diferente de nuestras culturas. Tampoco sobrevivió mucho el asunto, porque valgan verdades, soy de aburrirme rápido y creo que empezé la universidad y después del primer ciclo, me convertí en una esclava del cartón paja, el UHU y los sprays texturados.

Sin embargo, con el tiempo, y con el webeo ya implantado en mi cerebro; logré zambullirme en un nuevo pasatiempo. Los foros. Digamoso que hace seis años, presenté una pequeña obsesión por un programa de televisión de culto, que si bien no tuvo el impacto que tuvieron aquellos que tuve en la adolescencia, se convirtió en un hobby en tiempos de estrés tesístico.

A través de estos foros, logré hacerme de un grupo de amigas con las que, a pesar de la diferencia de lengua y cultura, teníamos mucho en común. Así que, ya convertida en un solo ente con el chat, nos pasábamos horas de horas conversando en la madrugada. Nótese la ausencia del modem DSL y/o inalámbrico en ese entonces, haciendo de esta tarea una labor de inteligencia de mi parte para no obstruir ni la salida ni la entrada de llamadas al teléfono familiar. No siempre funcionó, lo que me convirtió en persona non grata por mucho tiempo en mi casa.




Con el tiempo, la amistad en línea, fue creciendo. De más está decir que en dos años consecutivos, decidimos juntarnos (habiendo ya pasado por la etapa de la desconfianza, el sentirse en confianza de nuevo y el descubrir que nadie era un viejo pedófilo sentado en su computadora sin nada mejor que hacer que disfrazarse de veinteañera), en una ciudad semi-neutra para todas y pasar una semana tonteando, visitando, turisteando y demás. Nueva York se convirtió en nuestro primer punto de encuentro, y tal vez sea la ciudad más significativa que podamos tener.

Han pasado ya muchos años, y ya vamos 2 matrimonios y medio, doctorados, mudanzas a través del continente, graduaciones, trabajos nuevos, y quién sabe dentro de poco, sobrinos. Conocemos nuestras familias como si hubiéramos crecido juntas. Tal vez la dedicación no sea la misma que se tuvo en el principio, y si bien hemos perdido un par de integrantes y ganado otras, el cariño siempre estará ahí. Es que es obvio que todos crecemos y evolucionamos tal vez en otras direcciones. Podré no estar de acuerdo en las opiniones políticas de un par de ellas, pero nunca está de mas ese email mandándonos comentarios sobre la vida diaria y chistes que sólo nosotras siempre vamos a entender.

Esta ha sido mi primera, y tal vez última argollita internacional online. Fotos habrán siempre miles, y felizmente veré a un par de ellas en unas cuantas semanas. La verdad, no puedo esperar de la emoción.

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