lunes, 11 de octubre de 2010

Cambiando de aromas...

Después del supuesto verano que se vive en Inglaterra, hemos pasado de lleno al otoño. Digamos que no está tan grave el asunto, porque salgo en chompita y no me da frío. Claro, eso ha sido esta semana, porque la anterior llovió horrible. Unos amigos estuvieron de visita y nos la pasamos tratando de cranear a donde nos íbamos para no sufrir con las precipitaciones.

Es increíble como me voy adaptando. Ya se hasta como huele el otoño: a hojas secas, a aire cálido y frío a la vez, a vientos de Escandinavia y a sol color naranja. Se ponen de moda los colores tierra, y hasta las calabazas se están dejando ver más seguido. Obvio, microbio...se aproxima Halloween. Felizmente no hay chibolos en mi cuadra, así no me siento obligada a comprar ni chicles ni caramelos. Hay en la otra, pero creo que no se animan a tocar las puertas mucho. La verdad que mi barrio es tranquilo bordeando en "sota", así que no hay mucha actividad, que digamos.


Calabacines de variados colores....¿y sabores?

Después de mi traumático episodio IELTS (el cual contaré luego), me enteré por un amigo de un fabuloso Festival de la Calabaza. Yo, en mi inocente mente de recién bajada, me aluciné una feria campestre, llena de calabazas de todos los tamaños y tonos de naranja, productos hechos en base a calabaza y que sé yo...Cosas así. Llegamos al parque y la verdad resultó ser un evento asi ya recontra-super-archi familiar y de las calabazas que me había alucinado, solo vi las de la foto superior. Por otro lado, la idea era pesar las calabazas gigantes cultivadas este año. Resultó que una de ellas rompió el record en el Reino Unido, claro, obviamente no es la de la foto, pero este fue el segundo puesto. Al primer puesto ya la estaban guardando para cuando llegamos.

El humilde segundo lugar...

Nunca habíamos ido a ese lado de Hampshire. La verdad me gustó mucho. Resulta que antes el parque (Royal Victoria Country Park), o al menos en la zona donde estábamos, había sido el Royal Victoria Hospital. Ahora lo único que queda es la antigua capilla del hospital, que es super peque, pero super bonita. Caminando nos dimos con la sorpresa que el parque aparte de ser gigantesco, tiene vista hacia la salida de mar de Southampton. Justo era atardecer, así que bajamos para ver la orilla y es una mini-playita bastante bonita. Claro, a diferencia de la que tenemos en la ciudad (osea, no existe), algo es algo.

Al final ni sopa de calabaza (aunque la vendían, pero pasamos mucho rato conversando con amigos en la orilla), ni pie de calabaza, ni mermelada de calabaza, ni nada. Se sintió un poco fraudulento el "festival", pero fue igual una buena oportunidad de despejar el cerebro y relajarse un sábado por la tarde. 

Southampton Water

Pero ya se siente el otoño, el frío empezó así que aunque todavía hacía sol (no cambian los relojes todavía), empezamos a arrancar. Ya toca empezar a sacar las chalinas y los gorritos. Me reservo el derecho de usar mi saco de invierno, que aunque esté acá ya tiempo, todavía no me aclimato. Que roche ¿no?

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